El silencio es la puerta de entrada a la meditación
La ceremonia de las rosas acepta tantas variaciones y toques especiales como quiera introducir en ella la pareja que la celebre. Solo una cosa continúa siempre y en toda circunstancia inalterable: el hecho de que sea obligatoriamente una liturgia privada a la que sólo asiste la pareja y, como mucho, uno o bien dos allegados. Sigue leyendo